La libertad para publicar contenidos, emociones, opiniones es una oportunidad individual y colectiva. Por un lado, cualquier persona tiene su pequeño espacio en el que plasmar sus ideas, inquietudes, vivencias..., lo que sea; y, por el otro, la sociedad (en su conjunto) puede aprovecharse de las diferentes herramientas que personas y/o comunidades de personas (o usuarios, qué más da!) estan ofreciendo en la web.
Un riesgo importante es la "seguridad" de los contenidos. ¿Como podemos saber que los contenidos a los que accedemos son fiables? ¿Quién responde ante determinadas afirmaciones, contenidos, aplicaciones?
Así, la web 2.0 se situa entre el riesgo y la oportunidad, en la que el usuario tiene el papel fundamental (y quizás más difícil): ser suficientemente crítico para separar el grano de la paja y hacerse con contenidos de mejor calidad o que cubran más satisfactoriamente sus intereses. Ante la web 2.0 se puede llegar a la excelencia, pero también a la máxima dispersión. Como sociedad deberemos esclarecer sus utilidades y amenazas para no convertirnos en una sociedad de la información desinformada (riesgo que ya se palpaba en la Web 1.0 i que con la web 2.0 se hace, aún, más evidente)... Aunque lo cierto es que malos contenidos los ha habido siempre.
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